Museo de arte moderno de Nueva York 1912 Óleo sobre lienzo 116,2 x 80,9 cm. |
Corresponde a la primera etapa cubista de Georges Braque, que se ha dado en denominar “analítica” o “hermética”. Se caracteriza el cuadro por el sentido de monumentalidad que preside la composición, la cual por otra parte, resulta absolutamente indescifrable. Las formas han sido despiezadas en facetas menudas y de luminosidad vibrante, que sugieren la visión simultánea, a través de un prisma, del mismo objeto. Los volúmenes se reducen a una geometría de ángulos agudos y de acentos curvilíneos apenas perceptibles. Gracias a la utilización de un toque divisionista, la superficie del cuadro es, a la vez, homogénea y variada. Todo ello confirma la preocupación de Braque por describir el espacio que existe entre los objetos y en torno a ellos. Manifestó el artista a uno de sus críticos: “Lo que más me interesó, y lo que dio la dirección maestra del cubismo, fue la materialización de ese espacio nuevo que yo sentía.”
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