Museo del Prado 1632 Óleo sobre lienzo 248 x 169 cm. |
Con la superposición de la figura a un fondo negro uniforme, consigue el artista dramatizar al máximo el sacrificio divino. Inerte el cadáver, la luz lo modela con dureza, poniendo de manifiesto su contracción anatómica. Los maderos han sido también descritos con especial cuidado realista, salpicados por la sangre que ha manado de las heridas en cantidad suficiente para subrayar la condición humana del muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario