miércoles, 28 de septiembre de 2016

A las afueras de París - Vincent Van Gogh


A las afueras de París, Vincent Van Gogh, 1886, Santa Barbara Museum of Art, http://galeriasdepintura.blogspot.com
Santa Barbara Museum of Art
1886
Óleo sobre Lienzo
45´7 x 54´6 cm.


A través del contacto con el grupo impresionista - especialmente con Pissarro - Vincent aclarará espléndidamente su paleta, interesándose por transmitir sensaciones lumínicas y atmosféricas en sus trabajos como en esta magnífica vista de las afueras de París. Las siluetas de los edificios se recortan al fondo mientras que en primer plano encontramos diversas figurillas que el pintor considera indispensables para la armonía del conjunto. Las tonalidades malvas se adueñan de las nubes, reflejándose en el suelo para crear un magnífico juego de sombras coloreadas. Ligeros toques de rojo animan el aspecto plomizo del lienzo, contrastando con el verde, su color complementario. Los trazos son rápidos y precisos, aplicando el color con una seguridad espectacular, resultando una composición de gran belleza.

Borrachos - Vincent Van Gogh

Borrachos, The Drinkers, Vincent Van Gogh, Art Institute de Chicago, 1890, http://galeriasdepintura.blogspot.com
Art Institute de Chicago
1890
Óleo sobre lienzo

59,4 x 73,4 cm. 
En los últimos meses de su vida, Vincent Van Gogh alcanzó en su pintura el ápice del dramatismo expresivo. El artista, cuya situación síquica bordeaba la paranoia, trató de refrenar sus impulsos sometiéndose a la interpretación de obras de otros autores, como medio para evitar enfrascarse en una tarea de creación original que le hubiera sobreexcitado. Durante el período de estancia en el asilo de Saint-Rémy, Van Gogh realizó diversas réplicas de grabados de Delacroix, Millet y Daumier, entre ellas el óleo Borrachos, inspirado en una composición del último de estos artistas. En una carta a su hermano Theo, revela el pintor que su propósito no es simplemente el de efectuar una copia, sino el de transcribir el grabado original en el lenguaje del color. La composición del modelo fue conservada en sus rasgos principales, con la adición del paisaje de fondo, en cuyo horizonte aparecen diversas construcciones y las líneas verticales de chimeneas que expulsan negros humos. El cielo fue colmado de nubes retorcidas en las que la impronta del característico trazo espiral de Van Gogh ha quedado de modo indeleble. La tensión emocional del autor se manifiesta tanto en la agitación de las líneas, como en el frío esquema cromático, prácticamente reducido a las gamas de verdes y azules. El cuadro fue pintado en el mes de febrero de 1890.

Autorretrato - Albert Durero

Autorretrato, Albert Durero, 1498, Museo del Prado, Madrid
Museo del Prado
1498
Óleo sobre tabla
52 × 41 cm
.
El cuadro ofrece una imagen fidedigna (así lo hizo constar su autor en la inscripción que existe junto al alféizar de la ventana) del máximo representante del arte renacentista alemán. Hombre de múltiples conocimientos e inquietudes, su actividad se desarrollo no sólo en el campo de la pintura, sino también en el del grabado y las artes decorativas. La media figura, en tres cuartos de perfil, ante un fondo arquitectónico liso que se abre al paisaje por la ventana de la derecha, compendia los principios fundamentales del retrato veneciano y lombardo.

Pintura - Francis Bacon

Pintura - Francis Bacon, Museo de Arte Moderno de Nueva York,1946
Museo de Arte Moderno de Nueva York
1946
Óleo sobre lienzo
198 cm × 132 cm
Se reconoce en el lienzo una figura de aspecto clerical, cobijada bajo un paraguas, ante un fondo del que cuelgan las dos mitades de un buey descuartizado, clara alusión a la pintura de Rembrandt. En el ficticio espacio del primer término aparecen otros restos de animales descuartizados sobre una especie de barandilla semicircular, El cuadro pretende conmocionar al espectador, escandalizarle en lo más íntimo de su sensibilidad. Bacon adopta una actitud existencialista, dado que trata al individuo en su aislamiento más total.

martes, 27 de septiembre de 2016

Mayo 68 - Joan Miró

Mayo 68 - Joan Miró, galeriasdepinturas.blogspot.com
Fundación Joan Miró, Barcelona
1968
Acrílico y Óleo sobre lienzo
200 x 200 cm.


Los sucesos del mayo francés sorprendieron a Miró con 75 años de edad. Ello no fue óbice para que el pintor no se sintiera atraído por las ansias de libertad que aquel movimiento preconizaba. Así pues, se lanzó con ímpetu a la, realización de este cuadro que, sin embargo, no finalizó hasta pasados algunos años. La revolución de los estudiantes parisienses provocó en Miró un estado de agitación que se tradujo en un quehacer vigoroso y exuberante. La mancha negra con su cascada goteante sirve de freno a los colores que se expandían por la composición con total libertad. ¿Quizás un símbolo de la represión? El artista se lanzó con frenesí a plasmar sus sensaciones, sus emociones, y su pintura se desbordó. Sus gestos son contundentes, potentes. Una lluvia de trazos finos gotea de la mancha central adueñándose del fondo del cuadro. Las manos abiertas se plasman como símbolo de la libertad que se espera asumir. Manchas, goteos, salpicaduras, trazos vigorosos, improntas de manos abiertas... Miró se sirve de todos estos elementos para plasmar en esta impactante pintura las ansias de libertad y democracia que el pueblo, su pueblo, no había podido asumir todavía. Pudo, sin embargo, ver realizadas sus aspiraciones.

Captura del Maragato por fray Pedro de Zaldivia - Francisco de Goya

Para componer esta curiosa secuencia, Goya se documentó en las noticias publicadas por la prensa en 1806, que dieron origen a numerosos grabados populares, a canciones y coplas de ciego. Los seis cuadritos pueden compararse, en efecto, a un cartel de los utilizados por ciegos y charlatanes para ilustrar en la plaza pública el relato de un episodio célebre, en general un horrendo crimen o la exégesis de un bandolero famoso.

   El Maragato amenaza con su fusil
1806
Óleo sobre tabla
29,2 cm. x 38,5 cm.

En la primera de estas composiciones aparece el bandido Maragato amenazando con su fusil al humilde monje. El malhechor se halla en una actitud crispada, como dispuesto a abrir fuego si fray Pedro opone resistencia. La actitud de éste, sumisa y atemorizada, no presagia el desenlace del episodio. La escena se halla iluminada por la claridad que trasciende de la puerta abierta de un mesón, desde la que tres personajes inmóviles contemplan el episodio. Al igual que en los restantes cuadros, Goya aplica a la narración una técnica rápida y somera, esboza las figuras con pinceladas que no hacen concesión al detalle y describe las fisonomías valorando tan sólo sus rasgos esenciales. La simplicidad de tal método revela la seguridad del autor, la confianza en sus recursos expresivos.

Fray Pedro ofrece sus zapatos al Maragato
1806
Óleo sobre tabla
29,2 cm. x 38,5 cm.

La segunda composición de la serie muestra a ambos personajes en el mismo escenario. Han desaparecido las figuras del fondo, y el bandido Maragato, tranquilizado por la aparente sumisión del monje, sostiene el fusil con una sola mano para poder tomar con la izquierda el par de zapatos que le tiende fray Pedro. Éste expresa con su gesto resignación ante la pérdida de su única pertenencia. Para comprender el proceso narrativo, debe compararse este cuadro con el precedente. Se observará, en primer lugar, que el bandido ha avanzado su pierna derecha, dando así un paso necesario para el control de la situación. El fraile, por el contrario, parece iniciar un movimiento de retroceso. Tal procedimiento de ilación de las escenas es idéntico al utilizado por los actuales dibujantes de comics. Por otra parte, la atmósfera luminosa del escenario ha sufrido ciertos cambios; al desaparecer los espectadores, y sin razón aparente que lo justifique, la parte izquierda ha quedado sumida en la oscuridad.

Fray Pedro y el Maragato forcejean por el fusil
1806
Óleo sobre tabla
29,2 cm. x 38,5 cm.


El nudo de la acción ha sido descrito en el tercer episodio. El Maragato y fray Pedro de Zaldivia se hallan enzarzados en un rudo forcejeo que tiene como objeto la posesión del fusil. Es evidente que el fraile, abandonada su humilde reserva, se ha abalanzado sobre su agresor, con cuyas fuerzas físicas está en medida de competir, siquiera por unos instantes. Puesto que el pintor describe al bandido de espaldas, no es posible saber si en su rostro se pinta la sorpresa ante la inesperada reacción del fraile, quien, al parecer, ocupa una posición ventajosa, más erguido que su oponente. La lucha se produce en el recinto de la cuadra, lo que indica que un cierto lapso de tiempo ha transcurrido entre este episodio y el que le precede.

Fray Pedro amenaza con el fusil al Maragato
1806
Óleo sobre tabla
29,2 cm. x 38,5 cm.


Tendido en el suelo, atemorizado y, a la vez, incrédulo, el bandido Maragato contempla en el cuarto cuadro de la serie la transformación que se ha operado en la personalidad del humilde fraile. Tras haberle vencido en el forcejeo precedente, el franciscano le amenaza ahora con su propio fusil, del que se ha apropiado. Fray Pedro lo empuña resolutamente por el cañón, indicando su propósito de asestarle un contundente culatazo. Al cambio de situación corresponde asimismo un cambio de escenario, puesto que el fondo lo constituye otro de los muros de la cuadra. Con ello sugiere Goya los movimientos que, en el curso del forcejeo, han realizado ambos personajes sin salir de este recinto.

 Fray Pedro dispara al Maragato en sus posaderas
1806
Óleo sobre tabla
29,2 cm. x 38,5 cm.


No convencido todavía de la seriedad de los propósitos del fraile, en el penúltimo cuadro de la serie, el Maragato trata de recobrar su libertad. Sin duda aprovechando un descuido, ha emprendido la fuga; al exterior de la cuadra, fray Pedro lo detiene por el expeditivo procedimiento de dispararle un tiro en las posaderas. Goya ha captado el instante con visión fotográfica. El bandido parece aletear como un pájaro herido, interrumpida la fuga por la carga de plomo y todavía en su rostro la expresión de incredulidad. Al fondo, el caballo del Maragato, asustado por el estampido, se lanza a un desenfrenado galope.

Fray Pedro apresa y ata al Maragato 

1806
Óleo sobre tabla
29,2 cm. x 38,5 cm.


El desenlace del episodio se produce en la sexta composición que muestra a fray Pedro en trance de atar al bandido Maragato, éste sentado sobre el charco de su propia sangre. Los pasivos personajes de la primera escena aparecen ahora movidos por el deseo de actuar, asociándose al éxito del fraile. Excitados y gozosos, acuden corriendo a ayudarle a inmovilizar al maltrecho bandolero.

Esta serie participa del espíritu de los grabados goyescos. Los episodios se encadenan en ella con perfecta ilación de temporalidad y espacialidad, componiendo un relato inteligible incluso para el espectador que no conozca el hecho representado. Diríase que Goya ha sido fascinado por la inversión de papeles que se opera en los personajes; es decir, el triunfo del débil sobre el fuerte, el de un hombre de religión sobre un individuo carente de escrúpulos. Sin duda que la representación del suceso tiene, como gran parte de la obra grabada de Goya, un propósito a la vez sarcástico y moralizante. El artista quiere extraer la moraleja de que no es prudente fiarse de las apariencias humanas, juzgar a los hombres en función del lugar que ocupan en la sociedad o al margen de ella. Dado el sutil anticlericalismo del pintor, no se halla fuera de lugar la suposición de que haya tomado partido –tal vez inconscientemente- a favor de la víctima del episodio, el bandido Maragato.


lunes, 26 de septiembre de 2016

Autorretrato - Francisco de Goya

Autorretrato, Francisco de Goya, Museo del Prado, Madrid, 1815, http://galeriasdepinturas.blogspot.com
Museo del Prado
1815
Óleo sobre lienzo a partir de un fresco
46 x 35 cm.

Su pincelada libre y despreocupada logra resultados expresivos sorprendentes; la sicología del autor queda plasmada en el lienzo con agudeza autocrítica.   

Alegoría de la Verdad, el Tiempo y la Historia – Francisco de Goya

Alegoría de la Verdad, el Tiempo y la Historia, Allegory of Truth, Time and History, Francisco de Goya, Museo Nacional de Estocolmo, http://galeriasdepintura.blogspot.com
Museo Nacional de Estocolmo
H 1797 - 1800
Óleo sobre lienzo
294 x 244 cm.

La Verdad está en pie, con los brazos abiertos, llevando un pequeño cetro en su mano izquierda; al lado, el Tiempo, en su figuración típica de anciano empuñando un reloj de arena; ante ellos y sentada de perfil, casi desnuda, la Historia escribe afanosamente en un libro.
Las tres figuras simbólicas están situadas en un ámbito casi abstracto, en el que apenas se insinúa una lejanía de paisaje. Una línea oblicua parte rotundamente el fondo en claro y oscuro.
Lo portentoso de este cuadro es su realización sin líneas y casi sin materia, esfumando las formas y diluyéndolas en una atmósfera entre gris y amarillenta. Goya ha querido dar la sensación de irrealidad que corresponde a una alegoría.

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