1507
Óleo sobre tabla
209 x 81 y 80 cm.
La fecha de ejecución queda claramente expresada en la leyenda que aparece en el cartellino
colgado de una rama del árbol que acompaña la efigie de Eva: "Alberto Durero, alemán, la pintó después del parto de la Virgen, en el año del Señor de 1507". Ambos cuadros como requiere su
condición de pareja, adoptan una composición similar; la posición de los cuerpos obliga a situar
la representación de Adán a la izquierda y la de Eva a la derecha. La figura masculina se halla
en actitud estática sobre un suelo pedregoso, con el torso y la cabeza ligeramente inclinados, de
modo que el brazo y pierna diestros se separan del cuerpo. En la mano izquierda sostiene una rama
del árbol del bien y del mal con el fruto prohibido; sus hojas cubren accidentalmente el sexo del
varón. La disposición frontal queda dislocada por la visión en escorzo de los pies y las manos,
que proporcionan el necesario pálpito vital a la figura. El rostro de Adán es descrito desde un
plano inferior, por lo que su mandíbula adquiere una proyección que proporciona monumentalidad a
la figura. Las facciones aparecen modeladas con magistral gradación de claroscuros y encuadradas
por las guedejas rubias del cabello, descrito con gran minucia.
La efigie de Eva se yergue asimismo sobre un suelo pedregoso, ante un homogéneo fondo negro. Su
actitud comporta cierto grado de dinamismo, ya que la pierna derecha adelantada sugiere el inicio
del movimiento, al tiempo que las manos indican todavía la permanencia de la figura en el lugar
donde se ha situado su representación. La serpiente, encaramada al árbol, le ofrece pérfidamente
la fruta prohibida.
La simplicidad aparente de las figuras encubre, en realidad, un completo estudio de las
anatomías, el modelado, el juego de los volúmenes y el equilibrio compositivo, el valor del
espacio.
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